Cuando el enemigo está adentro: el auge de las amenazas internas en ciberseguridad

Cuando el enemigo está adentro: el auge de las amenazas internas en ciberseguridad

La ciberseguridad siempre se ha enfocado en la defensa frente a atacantes externos: hackers que explotan vulnerabilidades técnicas o engañan a usuarios mediante ingeniería social. Sin embargo, las reglas del juego están cambiando.

Hoy los atacantes ya no siempre invierten tiempo en desarrollar técnicas complejas de phishing o malware. Cada vez con mayor frecuencia “compran” acceso directamente desde dentro de las organizaciones. Es decir: un empleado, contratista o tercero con acceso legítimo vende sus credenciales o abre la puerta a los atacantes.

Esto plantea un escenario crítico: no solo debemos protegernos del afuera, sino también asumir que el enemigo puede estar adentro.

¿Cómo funciona esta modalidad?
  • Compra de accesos: atacantes buscan en foros de la dark web a empleados dispuestos a vender credenciales o accesos privilegiados.
  • Extorsión o soborno: en algunos casos, no es una “venta” voluntaria sino una presión mediante chantaje o recompensas económicas.
  • Acceso directo a lo crítico: al provenir de una cuenta válida, los hackers esquivan muchas barreras perimetrales y logran llegar más rápido a bases de datos, sistemas financieros o repositorios de información sensible.
Por qué es una amenaza más peligrosa que la tradicional
  1. Acceso legítimo: el atacante no necesita romper firewalls ni lanzar phishing: ya tiene un usuario con permisos reales.
  2. Dificultad de detección: las acciones parecen normales porque provienen de un empleado con credenciales válidas.
  3. Mayor impacto: al comprometer cuentas con privilegios altos, el alcance puede ser devastador (bases completas, secretos corporativos, planes estratégicos).
Cómo responder: de la confianza ciega al “Zero Trust”

El enfoque tradicional de “confiar en quien ya está dentro” es insuficiente. Hoy las organizaciones deben evolucionar hacia un modelo de confianza mínima (Zero Trust), donde cada acceso se valida, independientemente de quién lo ejecute.

Algunas medidas clave:

  • Principio de privilegios mínimos: cada usuario debe tener solo los permisos estrictamente necesarios.
  • Autenticación multifactor (MFA): no basta con usuario y contraseña; se requiere un segundo o tercer factor (token, app, biometría).
  • Autenticación adaptativa: más validaciones para accesos sensibles o inusuales (por ubicación, horario, dispositivo).
    Monitoreo continuo: uso de SIEM, UEBA y herramientas de detección de comportamiento anómalo que alerten si una cuenta interna actúa fuera de lo normal.
  • Rotación de accesos y auditorías periódicas: revisar permisos de manera constante, eliminar cuentas huérfanas y auditar el uso de credenciales privilegiadas.
  • Principio de “Four Eyes”: requerir la aprobación o revisión de una segunda persona para operaciones críticas (por ejemplo, cambios en configuraciones, transferencias o eliminación de datos), reduciendo el riesgo de error o abuso individual.
Cultura y concientización

La seguridad no es solo tecnología. También es cultura organizacional:

  • Concienciar sobre la importancia de proteger credenciales.
  • Generar canales de denuncia internos en caso de presiones externas.
  • Fomentar un clima de confianza que reduzca la tentación de “vender accesos” a cambio de dinero.
Conclusión

El futuro de la ciberseguridad no depende únicamente de protegerse del atacante externo. Cada vez más, los riesgos provienen de adentro de las organizaciones, mediante accesos vendidos, prestados o comprometidos.

Adoptar un enfoque de Zero Trust, reforzar autenticaciones, auditar privilegios y fomentar una cultura de seguridad son pasos indispensables para enfrentar esta nueva realidad.

Porque hoy, más que nunca, en ciberseguridad no alcanza con mirar la puerta de entrada: el enemigo también puede estar adentro.